Enrique Viloria Vera
Resumen: A dos décadas de la
experiencia socialista del siglo XXI exaltada por la Revolución Bolivariana
comandada por el fallecido Hugo Chávez, los resultados – en todas las
dimensiones de la sociedad venezolana -, han sido particularmente nefastos,
perversos. Venezuela ha hecho su entrada al llamado cuarto mundo, caracterizado
por las falencias, las precariedades, la escasez de todo lo necesario para que
sus ciudadanos disfruten de una vida digna y de calidad.
Palabras clave: Socialismo, neopopulismo,
chavismo, castro-chavismo, revolución bolivariana, socialismo del siglo XXI.
Hemos
asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo
y
contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa
en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la
igualdad.
Hugo Chávez
El fallecido Presidente Hugo Chávez formuló
las bases de su pensamiento acerca del llamado socialismo del siglo XXI, sustentándolas, inicialmente, en el árbol
de las tres raíces, a saber: la raíz bolivariana, el planteamiento del
libertador de igualdad y libertad, y su visión geopolítica de la integración política de América Latina; la raíz zamorana por Ezequiel Zamora, el
general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar; y la tercera, la raíz robinsoniana, en homenaje a
Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar: Robinson, el precursor de la educación popular, el maestro de maestros.
Además, según Chávez, el Socialismo del
siglo XXI debería nutrirse también de las corrientes más auténticas del cristianismo y de las realizaciones de nuestros aborígenes; en este
sentido, citaba experiencias como las comunas en Paraguay y Brasil, el socialismo utópico
que representó Simón Rodríguez, el ya señalado planteamiento de Bolívar de
libertad e igualdad, y los proyectos de Artigas sobre la abolición de los
privilegios y la instauración de un nuevo concepto de justicia.
Entre los elementos fundamentales del socialismo del siglo
XXI – en criterio de Chávez
- destacan los siguientes:
·
El moral, es decir, la recuperación del sentido ético de la vida; la lucha
sin cuartel contra los demonios propios del capitalismo: individualismo,
egoísmo, odio, y, en especial, los privilegios de las clases dominantes.
·
El
político, asentado en la democracia participativa y protagónica; el poder
popular del siglo XXI debe centrarse en el pueblo y el partido debe supeditarse
al pueblo.
·
El social: concebido como la igualdad
conjugada con la libertad, así el socialismo debe promover e instituir una
sociedad de incluidos, de iguales, sin privilegiados.
·
El
económico, basado en los conceptos del cooperativismo y del asociativismo en
una nueva visión de la organización del capital orientado
a crear
empresas de producción social.
Ahora bien, en dos décadas de Revolución
Bolivariana y de su pretensión de instaurar el Socialismo del siglo XXI, los
resultados son francamente alarmantes. En todos los dominios de la República se
evidencia un deterioro significativo y abrumador, absolutamente perverso, que
ha hecho retroceder al país al siglo XIX. Veamos:
En
lo económico: La caída abismal del PIB
unida a una inflación progresiva y galopante, gravitan sobre la estructura
económica del país. A todo esto, se suma la destrucción deliberada de la
capacidad productiva nacional – tanto pública como privada – reforzada por una
economía de puerto que - fruto de la bonanza petrolera -, impulsó la
importación indiscriminada de bienes y servicios que antes se producían o se
prestaban en el país. Además, la festiva e incontrolada contratación de una
excesiva deuda externa – mejor conocida como eterna en los corrillos populares
-, gravita sobre la utilización de las mermadas divisas de que dispone el país
para atender los requerimientos distintos al pago del capital y de los
intereses de lo adeudado.
Los controles de cambio y de precios instaurados
como expresión de una política económica fallida y reiterada, han literalmente
demolido el signo monetario nacional y la capacidad de abastecer de los bienes
esenciales a una población crecientemente pauperizada.
La quiebra de las empresas públicas
tradicionales, es especial la de PDVSA que registra números rojos, y una
frenética e impulsiva política de confiscaciones / expropiaciones de empresas
productivas nacionales y extranjeras que pasaron a engrosar el acervo
empresarial del Estado, a fin de sufrir la misma suerte que las llamadas
empresas básicas.
No se ha podido ni querido diversificar
la economía nacional: el nefasto Rentismo petrolero se ha acentuado, y una
industria petrolera nacional venida a menos en un contexto de precios más bajos
de los hidrocarburos, son causa suficiente para entender mejor la crisis
impulsada por los dirigentes socialistas bolivarianos que cifran el futuro de
la Nación en manos de empresas rusas, chinas, iraníes y cubanas, y apuestan
ilusamente por un mejor precio para el petróleo venezolano, cuya producción
viene declinando por efecto de la improvisación, el nepotismo y el clientelismo
político.
En
lo institucional: Los logros que durante
el siglo XX se obtuvieron en el país con el fin de consolidar una moderna
institucionalidad democrática han sido anulados por los dirigentes de la
Revolución Bolivariana. La concentración de poderes en manos del Presidente de
la República con la consecuente dependencia de los otros poderes públicos, han
hecho nugatoria la necesaria separación y contrapeso de los poderes del Estado.
La supeditación del poder judicial, del
electoral y del denominado moral, y ahora del legislativo en manos de la
Asamblea Nacional Constituyente al Poder Ejecutivo, configuran una dictadura de
facto, revestida de un barniz democrático.
Una dispendiosa y clientelar duplicación
de las atribuciones de los organismos públicos representada en las misiones ad
hoc creadas por decreto y las más de las veces ineficientes, testimonian la
voluntad socialista de crear y fomentar una institucionalidad paralela.
El insulto y el descrédito del
adversario por parte de los gobernantes socialistas ha contribuido a
profundizar la polarización de la vida ciudadana, y a crear innecesarias
divisiones en la vida institucional y familiar de los súbditos bolivarianos.
En
lo moral: Ciertamente el postulado de la ética y de la
transparencia de las acciones de los organismos y funcionarios públicos no
caracteriza al socialismo del siglo XXI. Corrupción generalizada,
sobrefacturaciones, comisiones a granel, proliferación de empresas de maletín y off shore evidencian la voluntad de
convertir al fisco nacional en un botín revolucionario.
Las crecientes acusaciones de cuentas en
los paraísos fiscales y de lavado de dinero por parte de los funcionarios,
familiares y testaferros de los dirigentes de la revolución están a la orden
del día. Igualmente, los señalamientos de que Venezuela es un Estado forajido y
narcotraficante ya forman parte de la identidad del socialismo del siglo XXI.
En
lo social: El postulado revolucionario
de que el socialismo del siglo XXI llevaría mayor felicidad, libertad e
igualdad a la comunidad nacional es totalmente falaz. La pobreza, el hambre, la
ausencia de asistencia sanitaria y medicinas, la reaparición de enfermedades
endémicas, la degradación del sistema educativo en todos sus niveles, una
delincuencia desenfrenada, niños y personas mayores en situación de calle, el
creciente número de venezolanos migrantes, son claro ejemplo de la peculiar
dignificación del venezolano de a pie, del pueblo llano por parte de un socialismo
hablachento y depredador que ha hecho de la dádiva un elemento de supeditación
y lealtad al régimen revolucionario.
En
lo internacional: Venezuela se ha
convertido en una isla en el concierto de las naciones democráticas y de las
organizaciones internacionales: el apoyo a organizaciones terroristas, el
financiamiento de partidos y movimientos políticos de izquierda, el creciente
número de presos políticos y el franco irrespeto a los derechos fundamentales,
justifican sobradamente las razones que la comunidad internacional esgrime para
justificar el repudio a un socialismo, a una revolución, que hizo suyos los
vetustos y superados argumentos de socialismos y comunismos decadentes que en
pleno siglo XXI brillan por su fracaso.
Enrique
Viloria Vera (Caracas, 31 de enero de 1950)
Abogado
por la
Universidad Católica “Andrés Bello” (Caracas, 1970), posee
una maestría del Instituto Internacional de Administración Pública (Paris,
1972) y un doctorado en Derecho Público de la Universidad de Paris
(1979). En la Universidad Metropolitana de Caracas fue Profesor Titular VI,
Decano de la Facultad
de Ciencias Económicas y Sociales (FACES), y Decano de Estudios de Postgrado,
así como Director Fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar
Pietri (CELAUP) y Coordinador de la Cátedra Venezuela
Ricardo Zuloaga. Adicionalmente, es Investigador Emérito del Centro de Estudios
Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS). Fue igualmente titular de la Cátedra
Andrés Bello en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford
en el Reino Unido y Profesor Invitado por la Université Laval
en Canadá. Es autor o coautor de más de ciento treinta libros sobre temas
diversos: derecho, gerencia, administración pública, ciencias políticas,
economía, historia, poesía y crítica literaria, artes visuales y humorismo. Su
obra escrita ha sido distinguida con el Diploma “Tomás de Mercado” de Estudios
Económicos otorgado por el Centro de Estudios Iberoamericanos de Salamanca, el
Premio Iberoamericano de Ensayo “Alfonso Ortega Carmona” de la Sociedad de Estudios
Literarios y Humanísticos de Salamanca, con el Premio Medalla Internacional
Lucila Palacios del Círculo de Escritores de Venezuela, con el Premio de la Academia Venezolana
de Ciencias Políticas y Sociales, y con Menciones de Honor en el Premio
Municipal de Literatura (Mención Poesía) de Caracas y en la Bienal Augusto
Padrón del Estado Aragua. Recibió la Orden Andrés Bello (Banda de Honor) y el Gran
Cordón de la Ciudad
de Caracas. En 1998, la Universidad Metropolitana le otorgó el Premio al
Mérito Académico en el área de Ciencias Políticas, Sociales y Administrativas.
Ese mismo año fue nombrado Padrino de promoción por los Licenciados en Ciencias
Administrativas de la Universidad Metropolitana. En el 2002, la Biblioteca Nacional
de Venezuela organizó una exposición bibliográfica y publicó un detallado
catálogo con motivo de sus 80 títulos. Igualmente, la Biblioteca Pedro
Grases de la
Universidad Metropolitana organizó dos exposiciones con sus
respectivos catálogos en ocasión de sus 50 y 100 títulos bibliográficos. En
2009, el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca creó un apartado
en su colección editorial con el título de Obra de Enrique Viloria Vera.
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