EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
“La gente se atreve cada vez
menos a opinar sobre determinados asuntos o a opinar en contra de la corriente
del momento. Y eso es preocupante y peligroso, porque si la gente tiene miedo
de opinar, eso significa que algo no va bien, que está habiendo un afán
totalitario. Pero, insisto, no desde el poder político, como en la época de
Franco, sino desde una especie de jurados populares que machacan al que opina
algo que les desagrada y que, en lugar de debatir, solo insultan. A veces ni
siquiera leen lo que ha dicho alguien. Solo les ha llegado un rumor”.
Javier Marías. Entrevista en:
https://www.larazon.es
Javier Marías. Entrevista en:
https://www.larazon.es
En distintos procesos de cambio
social y político, sean estos innovadores o restauradores, los individuos, los
grupos sociales, las masas o los partidos políticos, toman iconos o símbolos
contra los cuales dirigen sus objetivos, emociones o razones políticas. Así ha
sido con reyes, zares, dictadores y presidentes. Se confunde lo que representa
el personaje con su importancia individual en varios casos. ¿Es un objetivo
político fundamental salir del presidente Maduro para quienes lo adversan? No.
El presidente Maduro, bueno o malo, eficiente o no, descarado o no, autoritario
o no, podría salir de la presidencia y todo podría seguir igual o incluso peor.
Se trata de la administración o
gobierno bolivariano, el espacio y agente que si representa un objetivo político
fundamental en la contienda política actual en Venezuela. Se trata de una
administración cuyas bases se estructuraron en la primera Constituyente, cuyo resultado -la Constitución de 1999 (aprobada en referéndum el 15 de diciembre de
1999)- tenía el germen de lo que el presidente Chávez quiso desarrollar en 2007,
con su proyecto de reforma constitucional (rechazada en referéndum) de instauración
del socialismo[1],
que no pasaba más que representar la excusa para el proyecto autoritario
personalista.
Pero se trata también de la administración
que propuso e impulsó las Líneas
generales para del plan de desarrollo económico y social 2001-2007, Proyecto Nacional Simón Bolívar/Primer Plan
Socialista…2007/2013 y el Plan de la Patria… 2013-2019 (Gaceta Oficial extraordinaria
6118)[2],
todos ellos –en grado creciente- con un signo colectivista, grandilocuente y
con una fuerte ideologización, aunque hayan sido no suficientemente leídos por
seguidores u oposicionistas. Ligados a tales planes están un abundante conjunto
de decretos, leyes y mini planes, que han servido para tratar de darle forma a
propuestas itinerantes, desordenadas y en algunos casos sin ningún cumplimiento,
pero ahí están y forman parte del espíritu
y la ideología de la administración o gobierno bolivariano y que han pasado
a ser usadas, repetidas o calcadas por seguidores que no tienen la más mínima disposición
para lo que Mao insistía como la
educación de los cuadros de la revolución (sirviera esto para lo que como fuera,
como fue el caso de su propio proyecto dictatorial)[3].
Es este entonces el marco operativo y político que debe ser focalizado, pues el
presidente Maduro si no pudiese atender la presidencia, por causas de salud
como cualquier ser humano, podría ser sustituido por otro, aunque parezca
elemental. Es esta una de las ideas que debería ser cultivada en el pueblo
oposicionista y el oficialista (que no quiere socialismo) pues en este caso se
trata, seguramente peor aún, de un socialismo
engamelotado[4]
y rentista. La función de la segunda
constituyente (iniciada y formalizada en 2017), es permitir que esto último siga siendo posible.
La ideología colectivista/socialista,
ha estado en la base del proceso de desinstitucionalización
en curso, desde que comenzó la administración bolivariana, impidiendo -por otra
parte- cualquier flexibilización o cambio de posiciones, más aun cuando esto último,
al alterarse o preverse la continuidad del régimen, pone en ascuas la futura
tranquilidad de los individuos que hoy lo dirigen, en razón de conflictos o
acusaciones internacionales en los cuales pueden estar inmersos. Es ese, el
marco institucional de resolución de numerosos conflictos políticos y
económicos que, aunque han estado presentes durante toda la administración
bolivariana, han aumentado y se han agudizado a partir de las complicaciones
políticas y económicas desde 2012 –y las cuales se amplían y profundizan en
2013 al 2018-.
No es estrictamente asociable esto
último, a la desaparición física del presidente Hugo Chávez, pues en tiempos de
sus gestiones se desarrollan numerosos conflictos, incluido el del intento de
golpe de Estado de 2002 o alguno dirimido por votación como el del referéndum
2007 ya señalado[5].
Pasó a coincidir, más bien, con el aumento de la problematización económica y
social, que tuvo un punto álgido en las crisis –iniciadas en febrero- de 2014 y
en su continuación en base a permanencia de presos políticos o aumento de
acciones de corte represivo. Las mismas negociaciones económicas que se dieron
a partir de 2014 con el sector privado, cayeron así, también, en frustración y
en un muy bajo nivel de acercamiento para llegar a acuerdos. El panorama fue
igualmente de fracaso, tanto en lo político como en lo económico, en las
negociaciones iniciadas después de la pensada
suspensión del referéndum revocatorio
por parte de la administración de Nicolás Maduro en 2016 (puede verse de manera
ilustrativa As Venezuela crumbles, the
regime digs in http://www.economist.com
Jan 28th 2017). No por casualidad, igualmente, terminaron dándose
resultados de fracaso en las negociaciones de Republica Dominicana, iniciadas
desde noviembre de 2017 –entre gobierno y oposición- y finalizadas ya en
febrero 2018 y que tuvieron de base todo el complejo escenario
político-económico de 2017, con agudos conflictos políticos en el primer
semestre y entrada de mayores conflictos económicos en el segundo (hambre,
deuda, escasez, desempleo, informalización e hiperinflación)[6].
Este es el resultado de 20 años encima. De esto es que se trata.
La mayoría de las administraciones en
los veinticinco años previos a la bolivariana, hicieron el planteamiento de
disminuir la dependencia petrolera y, contrariamente, la aumentaron. La
administración del presidente Nicolás Maduro declaró pomposa e
irrealistamente el año 2016 como el del
fin del rentismo y, el 2017, como el del inicio de un nuevo modelo. Y ninguna
de las dos cosas ha sucedido. Si en el peso del producto petrolero y no
petrolero, así como en sus tasas de crecimiento, esto no es siempre
evidenciable, en los mecanismos de difusión, encadenamientos o en la creación
de economías externas y dinámica de la inversión privada, así como en el
populismo, si es perceptible como el petróleo fue captando cada vez más
espacios de la economía venezolana.
A la llegada del Presidente Chávez,
las exportaciones no tradicionales, por ejemplo, apartando momentos de los
inicios de los años noventa, nunca alcanzaron saltos estructurales contundentes
y estables. Tampoco sucede durante la administración bolivariana.
Contrariamente, durante esta, caen en un estancamiento estructural y
definitivamente alterador de cualquier posibilidad de impulso básico. La
ausencia de una definida política de desarrollo de las exportaciones no
tradicionales, ha sido la otra cara de un rentismo no solo no derrotado sino
más bien apuntalado.
El presidente Fox –no muy querido por
la administración bolivariana- usó con frecuencia la expresión para calmar ánimos
y generar entusiasmos durante su presidencia en México “…lo mejor está por
venir…”. El presidente Maduro se ha expresado recientemente, aunque parezca
increíble con los resultados vistos y después de veinte años de administración
bolivariana encima de la nación y del pueblo, admitiendo el éxodo de los
venezolanos y enviando un mensaje a quienes se han ido del país para señalarles
que dondequiera que estén no encontrarán “los logros de la revolución” (www.lapatilla.com 16 febrero2018).
Ningún cambio en el modelo económico,
ninguna originalidad, ejecutoria de una política económica efectista e
itinerante, alta ideologización, destrucción de instituciones y de la economía
y sus empresas: esto no es solo
responsabilidad del presidente o por su figura en sí misma. Viene del legado y
de una administración que cree que todo está muy bien y que le interesa su
perpetuación en su manera de percibir a Venezuela. No es algo neutral. No se puede compaginar con la libertad, la
democracia, el buen crecimiento y la prosperidad económico-social, que son las
ideas–fuerza que debe albergar Venezuela. Son varias las figuras que como el
presidente Maduro, tiene la administración bolivariana, toda ella y su equipo, ideología
y manera de proceder.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
“En la campaña del SÍ y del NO finalizada recientemente, el Presidente Chávez
pedía así, en uno de sus discursos, que como capitán se le diera más tiempo
para cada día poder conocer más los distintos detalles que necesita conocer un
capitán… Las revoluciones conocidas en el mundo -al menos en el siglo XX- han
producido realmente un estancamiento en el progreso y evolución de la vida de
los ciudadanos y han terminado siendo estos procesos mayormente generadores de
desesperanzas y resentimientos…Una idea por lo menos dramática que ha soltado
el Presidente Chávez a sus seguidores y al país como explicación del entusiasta
rechazo que se le dio a través del NO a su nefasta e indescriptible propuesta
de reforma constitucional, es la de que el pueblo no está suficientemente
maduro para el socialismo…” (Eduardo Ortiz Ramírez, Chávez: el socialismo como excusa. www.analitica.com 6 diciembre 2007).
[2]
Como ha sucedido en otros ámbitos, la administración bolivariana, en la voz del
presidente, planteó ir adelantando la elaboración del nuevo plan de la patria
que regirá a partir de 2019 –considerando obviamente segura su reelección-. Esto a pesar de la convulsionada y nada
exitosa gestión en numerosísimos problemas. Ver Eduardo Ortiz Ramírez
[3]
Suficientes ilustraciones pueden verse en sus propios textos o en J Chang y J.
Halliday, Mao. La historia desconocida.
Taurus 2006.
[4]
Gamelote: planta forrajera de las Gramíneas, de hojas muy largas, que
crece en las regiones cálidas.
[5]
Deben recordarse las fuertes reacciones del presidente Chávez ante la pérdida
de este o triunfo del NO.
[6]
Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/35870673/EL_ESCENARIO_2018_Y_EL_FRACASO_DE_LAS_NEGOCIACIONES_EN_VENEZUELA;
Leonardo Vera, ¿Han sido las
hiperinflaciones latinoamericanas catalizadoras de cambios políticos? http://masterecointerucv.blogspot.com/2018/02/hiperinflacion-tomado-de.html.
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