Enrique Viloria Vera
No sin el debido
dolor de Patria, nos enteramos del cotidiano rechazo que genera la diáspora, la
creciente, incontrolable migración que - sin la debida planificación -,
realizan los venezolanos Hechos en Socialismo. La xenofobia se hace presente en
avenidas, calles, plazas, buses, gasolineras de muchas ciudades del mundo,
especialmente en nuestros otrora hermanos latinoamericanos.
Venezuela siempre fue
país de inclusión y no de exclusión, los millones de inmigrantes que llegaron
desde los más variados y lejanos confines del planeta, no olían mal por su
color de piel, su condición social o económica, sus creencias religiosas o por
su diferente habla o pronunciación…hedían distinto.
Ciertamente el olor
del inmigrante era otro: a lo que comían: cebolla y ajo, albahaca, cilantro y
tomillo, repollo y pimienta, mostaza, ají, pepinillo y pimentón, o a lo que
vestían, en virtud de la costumbre de no cambiarse de ropa, de medias o ropa
interior, lo que hacía que sobacos y pies fueran distinguibles a metros de
distancia; o a sus hábitos de higiene en materia de baño y aseo personal. Todos, sin embargo, se fueron progresivamente
integrando a las costumbres higiénicas del venezolano común de la época que -
bien bañado -, era además oloroso a colonia y desodorante.
Aún recuerdo el
comentario de un amigo británico que cuando se alojaba en casa, gustaba de
tomar el entonces cordial y seguro metro para ir a La Hoyada, a fin de
contemplar y disfrutar de la belleza, el colorido de la ropa, la coquetería y
el olor de las caraqueñas de cualquier extracción social.
Hoy la realidad es
otra… los venezolanos Hechos en Socialismo hieden, el rechazo que sufren por
parte de los ciudadanos de otros países es comprensible; como todo inmigrante
arriba para competir por los puestos de trabajo y los servicios educativos y
asistenciales propios de los nacionales del país de acogida. En el caso
venezolano emigra todo quisque: el profesional y el improvisado, la clase media
y el sin recursos, el honesto y el que nunca lo fue.
Profunda razón tenía
Uslar Pietri cuando afirmaba que el Rentismo petrolero fracasado llevaría a
Venezuela a ser un asunto de la Cruz Roja, ya lo es…junto a los refugiados,
sirios, afganos, ucranianos, magrebíes y subsaharianos copamos las oficinas de
apoyo y auxilio humanitario, además de las comisarias policiales y las oficinas
de inmigración.
El único consuelo que
resta es la certeza de saber que los negligentes, hablachentos, guasones,
ineficientes y genocidas responsables del malhadado y depredador Socialismo del
siglo XXI hieden más en el exterior que el emigrado venezolano de a pie. Pronto
vestirán trajes de rayas o monos naranja, y coparán las cárceles de los países
democráticos, como ahora sus desafortunados compatriotas copan plazas,
estacionamientos, aeropuertos y termínales de autobuses en busca de un espacio
para dormir, protegerse de la intemperie y soñar con futuro mejor para s mismos
y sus hijos.
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